sábado, 2 de mayo de 2009
La tetera
Desde que la Carola tuvo que tomar ese curso de inglés, el Elías seguía sagradamente la misma rutina: hacía dormir al hijo, ponía a calentar dos tazas y media de agua e iba a buscarla a la micro. Esa tarde al cerrar la puerta, notó que los árboles estaban más quietos que de costumbre y cuando aquellos tres hombres de la esquina se le acercaron, él parecía absolutamente preparado. “Las cuentas se pagan Marambio”, fue lo único que alcanzó a entender, pero ni siquiera eso lo apartó de su reflexión: ese día sería ella quien apagaría la tetera.
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